Por Giovanna Ferreyra
HISTORIA DE LAS RAÍCES
Nadie mejor que yo, conoce la vida de mi amigo el famoso José Garza Martínez, quien nació en esta región del bajío en los tiempos en que la diferencia entre las clases sociales es muy marcada. Los ricos se casan con los ricos y los pobres con los pobres; los ricos mandan y los pobres no tienen otra opción que obedecer a sus amos.
José, es hijo de Pedro Garza y María Isabel Martínez, ambos de familias adineradas de la sierra occidental de Jalisco. Pedro se dedica a la delicada labor de producir el famoso por su sabor “Tequila la Penca Azul de Occidente” y es reconocida su gran creatividad para diseñar las botellas en las que se presenta esa bebida. Como el negocio de producción del tequila es bien remunerado, la Familia Garza Martínez nunca ha sufrido carencia alguna; su personal está integrado por algo más de cien empleados que la familia mantiene.
Pedro Garza, está comprometido desde su adolescencia con María Isabel, hija de un poderoso hacendado, y es educada en su propia casa por una estricta profesora del Colegio Católico “Santa María”, quien le enseña las labores que toda mujer sumisa y abnegada de la época debe aprender.
Pedro, persona honrada y comprometida con el negocio de la familia gusta de la lectura y de montar a caballo, tiene una pasión por la aventura y lo desconocido le incita. Desde muy temprana edad se dedicaba a la supervisión de las pencas de maguey y a la investigación sobre nuevos métodos de su cultivo, por lo que es común verlo partir en busca de otras variedades de agave y esa búsqueda constituía una gran aventura.
Ahora Pedro está planeando viajar a Monte Bello, Chiapas, en donde según escuchó, se cultivaban las más extrañas especies de Maguey a la orilla de la Laguna Encantada, muy próxima en ubicación a la Laguna del Bosque Azul.
Quiere saber por qué subsisten en ese clima, cuando es bien sabido que los agaves sólo crecen en terreno y clima caliente, de ahí su gran curiosidad por conocer esas enigmáticas y exóticas plantas.
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Mientras tanto, en un lugar de Monte Bello, llamado Chinkultic, Aurora, hija de un matrimonio de campesinos que cuidan las raras plantas de agave en la Laguna Encantada, es iniciada en las labores para el cuidado de la flora regional, en la que se encuentran las misteriosas pencas de agave, que por cierto, son el tema que más suena en las noticias de la prensa.
Aurora, mujer de facciones indígenas, esconde bajo esos acentuados rasgos, una enigmática sensualidad capaz de conquistar a cualquier hombre, y gracias a esos encantos personales, Miguel el dueño de esas tierras ha planeado llevarla a desempeñar labores de cocina, porque dedicarse a las labores del campo significaba una ocupación de bajo nivel para una mujer de esa época y el hecho de trabajar dentro de la casa, representaba de cierto modo un ascenso laboral y un trabajo menos rudo que se consideraba más digno.
En Chinkultic, su población se prepara para recibir la visita de un gran amigo de la infancia de Miguel, se trata del empresario Pedro, quien iría a investigar las pencas de agave de la Laguna Encantada y si lograba encontrar algo de interés en ellas, le propondría a su amigo la posibilidad de asociarse en el cultivo del agave para la destilación del oro azul.
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En la Sierra de Jalisco preparan la despedida de Pedro, que lleva consigo a penas una maleta con poca ropa y un pequeño maletín en donde guarda las herramientas necesarias para sus investigaciones, el cual lo acompaña a todas partes. Le gusta viajar ligero porque mantiene la idea de que en esta ocasión, como en otras, alguna nueva aventura iría a su encuentro.
Estaba para despedirlo María Isabel, mujer hermosa como todas las de de esa región, de tez blanca, talle delgado, caderas armoniosamente proporcionadas con el resto de su cuerpo, facciones afiladas, ojos grandes de color verde–azul intenso, como suelen verse a temprana edad las pencas de maguey bajo los rayos del sol, tiene salpicadas las mejillas y los hombros por graciosas pecas, pero su mayor encanto es su enigmática sonrisa. Ante tal hermosura, quién no caería en las redes de Marisa, que es con ese nombre que se le conoce en la sierra. En esta ocasión porta un largo vestido azul con encaje que acentuaba más su perfecta figura, lleva en la mano un pañuelo blanco con la letra inicial de su nombre discretamente bordada, con el que despedía a Pedro, su futuro esposo.
A pesar de que era un matrimonio arreglado desde el nacimiento de Marisa, ambos se tenían un especial cariño; ella vive enamorada del que considera su príncipe, ya que la educación recibida durante su niñez y en la adolescencia fue con la idea de que sería la esposa de Pedro, mientras que éste ve a Marisa como una pequeña hermana a la que necesita cuidar por el resto de su vida.
Acompañados con música de la orquesta del pueblo, los padres de Pedro, su prometida Marisa y algunos sirvientes de la familia Garza lo despiden. Pedro monta con elegancia un caballo tordillo para dirigirse a la estación del ferrocarril en compañía de algunos empleados, pues tiene el tiempo justo para abordar el tren y comenzar esta nueva aventura que semanas atrás había planeado. Durante ese largo viaje, dormiría algunas horas en el tren antes de llegar a su destino.
Después de aproximadamente 16 horas de viaje, Pedro bajó del tren, se instaló en una banca en el andén en espera de que lleguen a recogerlo a la estación del ferrocarril, está emocionado y ansioso por llegar a ese maravilloso y extraño lugar del que tanto le han hablado y en el que sin saberlo, le deparan nuevas experiencias. Antes de partir, compró algunos libros para documentarse acerca del lugar y de las cosas podría encontrar en aquellas tierras.
No pasaron más de 10 minutos cuando escuchó su nombre, volteó y vio a un jovencito como de 16 años que viste pantalones negros y camisa blanca con el cuello remendado, corbata que no combina con la vestimenta y zapatos viejos de color negro, ---¿Es usted el señor Pedro Garza?---,preguntó sumiso y agregó:---Me llamo Adrián, mi señor Miguel ha ordenado que lleve su equipaje a la carreta.---Muchas gracias, aquí tienes,---respondió Pedro--- y sujetando el maletín le dijo:--- éste yo lo llevo---, y ambos se encaminan hacia la carreta que se encuentra estacionada al otro lado de la calle con alguien esperando dentro.
---Amigo, cuanto tiempo ha pasado, pero sigues igual, ¿cuál es tú secreto?---preguntó Pedro dirigiéndose a Miguel, ---Pues un poco de sol y crema hecha con las pencas de la laguna, --- bromeó con estruendosa carcajada, a sabiendas cuál es el interés de su amigo, y agregó--- que gusto volver a verte, pero tú si te ves como todo un hombre hecho y derecho, ven sube, hay mucho por platicar---. Con chasquido de labios y un movimiento del látigo como si fueteara al aire, Adrián arreó a los dos caballos que tiraban de la carreta y se encaminó rumbo a casa de Miguel, mientras tanto los pasajeros se ponían al tanto de todo lo que había vivido cada uno de ellos, desde la última vez que se vieron, hacía más de 10 años.
Después de un par de horas de camino, Adrián detuvo la carreta y con esa voz que dejaba de ser infantil sin ser aún de adulto, anunció que ya habían llegado. Los pasajeros se apearon y Adrián nuevamente ayudó a Pedro con su equipaje, sin ahora pedirle el maletín, y lo condujo hasta donde sería su habitación durante su estancia en la Laguna Encantada.
Al pasar por el jardín, Pedro pudo observar a su derecha aquel paraíso del que le habían hablado, y que ahora lo veía más hermoso de lo que se había imaginado. El olor a hierba fresca y el sonido del agua golpeando sobre las piedras, son tan armoniosos que trasmiten una sensación de tranquilidad. Levantó su cabeza, miró alrededor, suspiró y hasta entonces pensó que su estancia en ese lugar sería tan efímera y que algún día tendría que volver a su casa en Jalisco.
Al llegar a su habitación, el joven dejó su equipaje sobre la cama y se retiró, no sin antes decirle---Bienvenido mi señor, del lado derecho está el baño para que pueda ducharse y sobre el tocador hay una campana que podrá tocar cuando se le ofrezca algo, y tenga la seguridad de que alguno de nosotros vendrá a ayudarlo. Con su permiso---. ---Gracias muchacho--- contestó Pedro, que después de un rato de observar aquel paraíso por la ventana, inmediatamente se metió a bañar.
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Hace 15 años
5 comentarios:
Y qué mas, se va a enomarar de la trabajadora doméstica??????????
Qué venga el otro
YA QUEREMOS EL OTRO CAPITULO!!! NO NOS DEJES INTRIGADAS... ESTA MUY BUNA LA HISTORIA TE DESEO TODO EL EXITO DEL MUNDO!!!
Me gusta tú cuento, me llamo Antonio y espero la sigas publicando.
YA LEI EL CAPITULO 2, YA QUIERO QUE COMIENCE LO INTERESANTE DEL ROMANCE, AL FIN Y AL CABO MUJER VERDAD???
SORRY OLVIDE PONERTE MI NOMBRE AMIGA... BARBY JEJE MENSOTA VERDAD??
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